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No puedo pensar en ninguna necesidad en la infancia tan fuerte como la necesidad de la protección de un padre.

Sigmund Freud (1856-1939) Médico austriaco.




Prologo: Washington, 16:50 PM
La luz de la tarde se filtraba estratégicamente por las ramas de aquel gran sauce. La niña, de tan solo unos cuatro años, estaba exhausta. Haber percibido voces masculinas-fuera de su habitación-, junto con movimientos y el constante ladrido de Lexine, su labradora, la había dejado fatigada. Su Barbie, con el cabello corto y un traje de baño, estaba sentada cómodamente en la silla del patio, frente a ella. Lexie, descansaba después de tanto ajetreo, con la cabeza en su piernecita. Le escocían los ojos, y sin duda necesitaba una siesta. Pero no, su madre no estaba. De nuevo. Su tía, la que se encontraba dentro, le había dejado jugar en su gran patio; pero la emoción se había esfumado rápidamente. El sueño vencía su cuerpecito. Dejó, cuidadosamente, la cabeza de Lexie en el césped; y este estaba algo crecido. Se levantó, y comenzó a caminar tranquilamente. El patio, estaba adornado por un gran sendero de flores, junto a la pared que dividía su casa de sus vecinos, los señores Stevenson. Arbustos se levantaban justo al lado de la parrilla que, meticulosamente, se había construido justo delante de la pared que daba al trastero. Una piscina, se encontraba al otro costado, sobre la derecha. La pequeña suspiró, deseando que hiciera más calor.

Por todo el ajetreo que se vivía en su casa; nunca podía salir al patio. Nunca podía jugar sin supervisión. Nunca podía hacer nada, solo por el hecho de que su madre estaba paranoica por su seguridad. Ya había perdido mucho, y ella no quería perder a nadie, nunca más. También sabía, por historias que le habían contado, que Umbrella, aún después de tanto tiempo, las buscaban. ¿Con que fin? Que ellas pagaran el daño que la compañía había sufrido.

Pero siempre se preguntaba lo mismo. ¿Qué tenía que ver una niña, de unos cuatro años, con la destrucción de toda una ciudad? No era su culpa ser el último ciudadano, nacido en Raccoon. Ese hecho le seguía doliendo. Era un escozor que nunca se quitaría. Ella, era ciudadana de un montón de escombros, con deshechos radiactivos. Ciudadana de la destrucción. Nada más.

Una fugaz idea se le cruzó en su mente adormecida. Emprendió un trote ligero, directo hacia el trastero, con paredes de madera y techo de hojalata. Algo tendría que quitarle la somnolencia que corría por su cuerpo. La chica rubia, de unos dieciséis, se había asomado por el marco de la puerta, observándola. Estaba vestida con unos shorts de jeans, una camisa azul y unas sandalias. Su cabello, que le llegaba al mentón, combinaba a la perfección. Se parecía mucho a su abuela. Con la mirada seguía el correr de la niña, de cabellos color chocolate.

-¿Qué haces?- Gritó. Era casi normal verla correr. Se podía decir que siempre la veía corriendo, por un motivo u otro. La niña se detuvo y se giró sobre sus talones. El vestido rosado, con tirantes, voló alrededor de su cuerpo. Parecía una pequeña estrella de Hollywood.

-Voy a ver si encuentro algo con lo que entretenerme.- Respondió, y se volteó, dispuesta a seguir con su búsqueda.

-Tu madre no te deja entrar al trastero, y lo sabes.- Replicó la joven, y comenzó a acercársele. El viento mecía sus cabellos dorados, dándole un aura de serenidad. Nada podía detener las ansias de la chica, que seguía con su camino. –No seas cabezota.

-¡No soy cabezota!- Contestó, mirándole con el ceño fruncido. ¿Por qué siempre le molestaban tanto? No tenían ningún derecho, ella era joven, pero dueña de sus actos. Llegó finalmente y se quedó inmóvil, delante de las grandes puertas del viejo edificio de un piso y ático, que servía como sitio donde acumular cosas innecesarias. O artículos de jardinería. Posó su mano en la perilla, y tiró. Lentamente, la pesada puerta se abría.

Dentro, restos de botes de pintura, junto con millares y millares de cosas inútiles, se alzaron a su vista. ¿Por donde comenzaba? Había demasiado que buscar. Pero había alguien dentro… Alguien adulto, con el cabello largo… casi sobrepasando los hombros. Parecía vestir algún tipo de uniforme, pero no supo distinguir de qué. La luz que ingresaba por la sucia ventana no era mucha, lo que dificultaba aún más. Botas negras, pantalón de mezclilla…La niña se asustó ante la silueta. ¿¡Quien era aquel hombre!? ¿Por qué estaba allí? Su boca emanó un pequeño grito, al tiempo que se echaba atrás. Los cuentos que su tía le predicaba, sobre que en el trastero había siete hombres que le buscaban, eran realidad. Aquella silueta probaba la veracidad sobre las historias. Aunque solo fuera uno solo. El desnivel del piso de cemento- que conectaba con el césped-, provocó que cayera de bruces contra el suelo. Su clavícula izquierda absorbió todo el impacto. Dejó escapar un grito lleno de dolor y desesperación.

Lagrimas calientes y saladas se derramaron sobre sus mejillas.

-¡Chelsea!- Gritó su tía, mientras emprendía una carrera. El grito desgarrador la había alertado muchísimo más. Se arrodilló a su lado, conteniéndola entre sus brazos. La jovencita lloraba y lloraba, presa del dolor. -¿Qué te sucede?

No era normal que profiriera semejante grito al caerse. Sin dudas se había hecho un daño mucho mayor. Chelsea seguía llorando. La joven la cargó en sus brazos, no había tiempo que perder. Necesitaba llamar a su hermana, tenía que decirle… Aunque le costara el pellejo.

-Mi hombro… mi hombro… -Era lo único capaz de articular. Sus mejillas estaban bañadas por las lágrimas.  Su tía corrió dentro de la casa, y con cuidado, dejó a la niña en un sofá. El living era pequeño, y solamente era dividido del comedor por una sencilla media pared con pilares de madera. Tomó rápidamente el teléfono del hogar y marcó un número. Aguado pacientemente a que la mujer atendiera. El llanto desconsolado le partía el corazón. Las manos le temblaban.

-¡Vamos, maldita sea!- Vociferó, los pitidos no cesaban. Estaba asustada y nerviosa. ¿Qué haría? ¿Llevarla ella misma al hospital? ¡Si es que Emily la había vuelto una inútil! No la dejaba salir, no le enseñaba a conducir, no le dejaba siquiera ir a la plaza que estaba a dos manzanas, y para colmo, siempre utilizaba la misma escusa… Estaba cansada de la dictadura provocada por el pánico y el temor, el constante miedo de que los soldados que respondían a Umbrella le asaltaran por la calle; y las típicas discusiones…

-¿Diga?- Contestó una voz del otro lado del auricular. Dejó escapar un suspiro de alivio. Aunque siempre le molestara todas sus actitudes, se alegraba muchísimo que haya respondido al maldito teléfono.

-¡Emily!- Gritó, no sabía por donde comenzar.- ¡Ven rápidamente a casa!

-¿Qué sucedió?- El corazón le dio un vuelco, del otro lado de la línea. Oyó el llanto sin consuelo. Su niña, su mas preciada niña… Le había pasado algo… No se perdonaría haber ido a la casa de Sandy, a tomar un café...- ¿Chelsea está llorando?

-¡Si! No se bien que le pasó, pero, intentaba ingresar al trastero, algo la asustó y tropezó. Su hombro izquierdo fue directo al piso de cemento. Se queja de que le duele… y creo que está roto… ¿Qué hago?- Sonaba muy asustada, y era por que lo estaba. Miró sobre su hombro, y divisó a Chelsea tendida, sujetándose el hombro.

Emily no sabía por donde comenzar… Que hacer. Tenía que dejar a Sandy y a Joe, decirles que Chelsea posiblemente tuviera un hueso roto. Tenía que conducir y obviar las múltiples patrullas que se cruzarían en su camino. También, debería esquivar los semáforos y encontrar una vía más rápida…

-Escucha… Llama a un taxi- Dijo, muy a su pesar. Nunca se sabía quien podía conducir aquel vehiculo.  Temía que le pudieran hacer cualquier cosa a sus preciadas muchachas…- Dirígete rápidamente al hospital. Ingresa por Urgencias. Nos encontraremos allí.- Colgó. Sherry estaba terriblemente nerviosa. Volteó, con ojos temerosos. Tenía que tomar todo rápidamente.

Corrió a la habitación de su hermana, abrió un placard, recientemente comprado, revolvió entre las cosas de su difunto cuñado, y tomó todos los documentos que le parecieron necesarios. ¿Qué solían pedir en un hospital? DNI, quizás acta de nacimiento… Volvió corriendo y dejó todo en su bolsa escolar. Se la colgó al hombro y llamó a la compañía de taxis.

Pidió un vehiculo y esperó, arrodillada al lado de la pequeña. Con un pañuelo, le secó la carita. Su día no acababa de empezar…



Emily estaba fuera de si ¿Cómo Sherry podía ser tan descuidada? Se encontraba en su coche, conduciendo a velocidad por las calles de la ciudad. Miró su reloj de pulsera, le tomarían unos minutos en llegar a la sala de urgencias. ¿Qué haría? ¿Cómo sería la fractura? ¿Era muy grave? Estaba perdiendo el control, y eso le molestaba. Tenía que ser más comprensiva… Pero ¡Por Dios! ¡Era lo único que le quedaba! ¿Qué pasaría si le pasaba algo serio? ¿Volvería a ser la misma? Intentó calmarse, pero solo consiguió apretar con fuerza el volante. Pasó junto a una patrulla, pero el oficial ni siquiera se inmutó. Debería estar durmiendo, como casi todos los gordinflones de la ciudad. El trayecto era corto, pero a la hora pico de la mañana, el transito solía ser una completa pesadilla. Frenó con brusquedad en un semáforo. Contuvo las ansias de presionar el claxon al conductor que estaba delante de ella, pero no serviría para acortar el trayecto.

Los segundos pasaban y no lograba calmarse. No había mucho que hacer. La luz rojiza cambió a su gemela verdosa, y casi se sintió desfallecer. Pasó por un costado y se adelantó. Ni siquiera miró al vociferante de semejantes insultos, por que –simplemente- no le interesó. Tenía muchas cosas en la mente como para escuchar a un lunático. Pisó un poco más el pedal, y continuó con su alocada travesía. Nadie podía negar que su instinto de madre fuera el mejor.


Sherry abordó el taxi, mientras el hombre de rasgos latinos le miró con compasión. La había ayudado con la puerta y con la niña. Chelsea se había calmado, pero aún así, sus lágrimas no se detuvieron. Debía ser horrible tener un hueso roto. Jamás se había roto uno. Le indicó la dirección, y sin vacilación, el hombre emprendió el recorrido. Acarició la manito de la pequeña, mientras le susurraba que pronto estaría mejor. El ambiente no alimentaba en nada el inicio de una conversación. Y lo peor, es que ahora la responsabilidad caería enteramente sobre ella… Tendría tiempo de llamar a Sandy y convencerla de que le ayude, cuando todo se hubiera calmado. Jovita y Kathy también podrían darle una mano, pero prefería no vincular demasiado a nadie. La culpa no solo era de ella. Sino de lo que también asustó a la chiquilla. Levantó la mirada, y observó como las casas pasaban y comenzaban a levantarse edificios y centros comerciales.

Por lo menos, el tráfico en las afueras no era tan terrible. El taxi se detuvo, ante la temible luz roja. Otros coches le imitaron. Gente, con vidas, sueños e ilusiones, caminaba tranquilamente frente a ellos. Algunos, sostenían un portafolios, otros eran simplemente adolescentes, de su misma edad. Y luego, las personas comunes que solían hacer las compras los días de semana. Solamente se preguntó una cosa. ¿Cómo había dejado que su vida se convirtiera en aquello? ¿Cómo había dejado que su adorada hermana le convirtiera en un ser sin vida social? ¿Por qué no dejaba oír su voz? Seguramente, con sus padres hubiera sido todo más fácil. Casi nunca los veía, y siempre se encontraba sola. Su vecina le ayudaba en la mayoría de las cosas, y ahora, se sumaba a la lista interminable de los que murieron en Raccoon. Solamente seguía lo que Leon y luego Claire le aconsejaron; se quedó con ellas, para ayudarlas y además, por que eran su familia.

Pero así no solían ser. El coche avanzó, luego de que la muchedumbre se detuviera. Estaban relativamente cerca. Viraron hacia la derecha y prosiguieron. Sus ojos se encontraron con los avellana de la niña. Estaban húmedos, y se le encogió el corazón al verla tan frágil. Se parecía mucho a Brad, pese a que este hubiera muerto. Ella se parecía a su padre, y nadie nunca lo negó. Secó las mejillas con un pañuelo descartable y continuó observándola. Había cerrado los ojos, mientras que percibía su respiración. El suave sube y baja de su vientre le indicaba que se había calmado. Y ella notó como, poco a poco, sus hombros se relajaron. Viraron una vez más a la izquierda y, una manzana y media después, el taxi se detuvo.

El hombre abrió la portezuela y le ayudo.

-¿Cuánto es?- Preguntó, antes de bajar ella. El hombre hizo una señal, restándole importancia. Se había sentido mal por la niña, y estaba dispuesto a hacer una excepción por ella. Si tan solo su hermana lo viera…

El hombre cargó a la niña en brazos, y ella llevó los papeles de registro y documentación. Más todo lo que le parecía necesario o útil. Ingresaron a Urgencias, y una simpática enfermera les ayudó. Le dio cuarenta dólares al muchacho, y le dijo que se quedara con el resto; ella sabía que se lo merecía. Este le sonrió.

-Mucha suerte- Dijo, y se marchó. Al final, no todos eran locos asesinos en el mundo.


Emily había observado como Sherry y su hija descendían del taxi, solo momentos antes de percatarse que no había donde aparcar. El mismo taxista le ayudó, asíque supuso que no había problema. Aparcó frente al hospital, en una gran playa de estacionamiento. Descendió con su elegancia característica, pero luego echó todo al demonio cuando comenzó a correr. Le dijo al hombre que controlaba el parking que era una emergencia, pero este insistió que debía pagarle. Maldiciéndolo mentalmente, dejó los diez dólares en su mano y continuó con su frenética carrera. Cruzó la avenida, casi sin mirar. No le importaba nada más. Ingresó a Urgencias con un semblante histérico. Vio a Sherry en medio del pasillo, junto a una camilla. Su princesa estaba recostada, con sus cabellos esparcidos por la sabana blanca.  Corrió a su lado.

Su corazón martilleaba contra su pecho cuando se detuvo. Acarició el rostro de su hija, donde alguna lagrimilla solitaria caía. Sherry le observó, expectante por algún comentario. Pero se sorprendió al escuchar la dulce y aniñada voz de su sobrina.

-Había alguien adentro del trastero, mamá. No distinguí quien era.- Soltó. Sherry supuso que sus historias le habían afectado un poco, pero quizás era probable. –Era hombre, cabello hasta pasar los hombros, se veía como algo lacio y me observó ingresar. Me dio mucho miedo y decidí marcharme. Trastabillé y caí.  Fue horrible, mamá.- La niña tomó con fuerza su mano.- Prometo no ser tan cabezota como siempre.- Y le miró. Emily le sonrió y le besó la frente.

¡¿Había alguien en el trastero?! Las piernas le temblaron cuando escuchó aquello, pero se contuvo por ella. Quizás, no era solamente culpa de Sherry, después de todo. Ambas muchachas intercambiaron miradas.  Más tarde irían a comprobar aquel trastero. Un doctor pediatra se les unió, y les dijo que le siguieran. Llevaron delante de ella la camilla hasta una de las salas de traumatología pediátrica. Emily pensó que era mucho peor el panorama, pero una clavícula fracturada no era exactamente algo muy difícil. Se calmó y los médicos le tranquilizaron aún más.  

Como no había necesidad de utilizar un yeso junto a una escayola, le vendaron el área y le aconsejaron que minimice el uso de la zona afectada. No sabía como expresar la gratitud hacia los hombres que le habían ayudado. Pero menos sabía como decirle a su hermana que apreciaba muchísimo lo que había hecho. Pese a que jamás le hubiera dejado hacer aquello.


Unos treinta minutos mas tarde, ambas mujeres, y la pequeña, se encontraban marchándose de la gran edificación, donde entraba y salía gente con diversas heridas, o tan siquiera, con una cita rutinaria de control medico. Sherry se sentía en paz, ahora que lo peor había pasado. Se prometió, nunca volver a ser tan descuidada. Y la pequeña también. Emily accedió a ser más permisiva con respecto a su independencia, y también le garantizó que le enseñaría las cosas elementales. Necesitaba valerse por si misma. Ya no era una chica de doce años. Con su manito apretando con fuerza la mano izquierda de su madre, la pequeña se prometió que no volvería a ingresar a ese sitio sola. Subieron a su coche, y se marcharon con calma.


El sol había caído, y la cena se había celebrado. Con los estómagos llenos, y los ánimos más calmados, Ambas arropaban con cariño a la chiquilla. Emily besó la frente de su hija con ternura, y le cubrió con las sabanas. Sherry le imitó. La niña se acomodó y volteó hacia su lado sano. Dejando una luz encendida, ambas se marcharon de la habitación. Fue un día agotador. Se miraron y se prepararon. Si, quien quiera que fuese seguía allí, ellas le harían saber. Sherry rebuscó en uno de los cajones de la cocina por una linterna, mientras que Emily entró a su habitación. Abrió las puertas de su armario y deslizó unas camisas. Un botón, minúsculo; y lo presionó. El último cajón se abrió, y rebuscó dentro. Llaves del banco, papeles, fotos viejas que nunca dejaría ir… Y su antigua arma reglamentaria.

Un sinfín de imágenes se cruzó en su mente. Recuerdos felices… Suspiró e intentó mantener la compostura; no podía flaquear. Cerró todo y cargó el arma. La observó un tiempo, preguntándose si algún día podría volver a usarla. Estaba mas que lista para hacer justicia. Dejó momentáneamente aquel pensamiento y cerró las puertas. Giró sobre sus talones y salió.

-¿Lista?- Sherry asintió y encendió la linterna

-Siempre lo estoy- Respondió. Ambas, con sigilo, salieron al inmenso patio. Estaba oscuro, y la luna estaba llena. Un brillo plateado se cernió sobre todo, dando un aspecto de película. Avanzaron lentamente, con Emily a la cabeza. El arma bien en alto, y los sentidos a flor de piel. Sentía como la adrenalina corría por sus venas, junto con la ansiedad.

Trotó el último tramo, escuchando como sus pisadas eran amortiguadas por el césped. Hasta ahora, nada fuera de lo común. Lexie dormitaba al lado de la parrilla. Sherry se quedó un poco atrás. No había peligro. Asintió y la muchacha se acercó rápidamente. Apuntaron a la puerta, y lentamente, la abrieron. Ingresó de lleno, esperando que su visión se acostumbrara. La chica de cabellos color oro entró poco después.

No había nada ni nadie. Todo estaba como debía estar. No había nada fuera de su sitio, y, como creía, se habían marchado poco tiempo después. Le resultó raro que la adorada mascota no emitiera un ruido. Normalmente, se demostraba muy intranquila si, aunque fuera un gato, se emitía un sonido. El haz de luz iluminó todos los rincones. Solo maderas viejas, botes de pintura, escaleras y el equipo de jardinería. Nada más.

-¿Crees que se marchó poco después que llevé a Chels a Urgencias?- Susurró. Emily volteó y le asintió.

-Es probable, pero no lo sabemos a ciencia cierta. El hecho mas extraño es que Lexine no emitiera un sonido… ¿Ladró alguna vez?- Inquirió, Sherry negó con la cabeza.

-No, se dignó a dormir todo el día. Cuando Chels estaba en el patio, se acostó a su lado, después, no hizo nada más.- Intercambiaron miradas confundidas. Era un hecho muy extraño. Quizás debería reforzar la seguridad canina…

-Salgamos de aquí- Dijo, y miró el suelo. Las tablas de madera se encontraban deterioradas y necesitaban un cambio. Había algo…- Comienza a refrescar.

Sherry volteó y salió tranquilamente. Emily le observó alejarse y, una vez la chica se había adentrado a la casa, se agachó. Tomó el papel y salió con paso tranquilo. Una vez dentro, lo observó detenidamente. Fue arrancado de lo que parecía un block o algo, y estaba perfectamente doblado a la mitad. Dentro, la frase “Lo siento” se encontraba escrita. ¿Acaso el tipo que estuvo dentro, pedía disculpas? Soltó una risita. ¿Desde cuando los chicos de Umbrella se dignaban a pedir disculpas? Hizo un bollito y lo arrojó al papelero.

Demasiada porquería por un día.
Hi everyone! Here I am with a new deviation xD But this time, it's a story called "Poker,  which I invented about one month before today. It's about my Resident Evil world, with my OCs and all of that stuff. Well, it was hard to me to imagine all of the scenario and the plot, but my "Creativity" flowed, and I finally invent something like this. It's not to much, but (for me, of course) it's a lot. Hope you enjoy this!


Hola a todos! Aquí estoy, con mi nueva deviación xD Pero esta vez, es una historia llamada "Poker" que inventé hace un mes antes de hoy. Es sobre mi mundo (o como lo imagino) del Resident Evil con mis amados OCs y toda esa cosa xD Bueno, ha sido dificil de imaginarme todo el escenario y la trama, pero mi "Creatividad" fluyó, asique finalmente inventé algo como esto. No es demasiado per (para mi, claro) es muchísimo. Espero que lo disfruten!
© 2014 - 2024 Emmy024
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